El lector conocido como "Un hombre de pago-pago" solicitaba en su comentario la opinión de las mujeres respecto de los amantes profesionales. Por ahora, sólo silencio.
Me llama la atención que en este blog, por ejemplo, se escuchen más comentarios de mujeres que de hombres. Los señores suelen publicar los suyos en abierto. Las lectoras suelen enviarmelos en privado.
Esto no quiere decir que las mujeres no hablen, sino que hay contextos que propician la confidencia. Como el viernes, en Onda Rambla, cuando nada más abrir las líneas de teléfono llama "Montse" y comparte -desde el anonimato radiofónico- su relación continuada con un gigoló. (NB: Justo antes de su llamada yo había expuesto urbi et orbe mis dificultades para encontrar una clienta que quisiera confesarlo. Cosas del directo).
Otra mujer que habla de Un hombre de pago es Núria, a quien agradezco su post con fotografía de las cubiertas incluída.
Me gustaría escuchar en público más voces de mujeres. Como Consol, que me envía un mail diciendo que Rosa debería ser más espabilada en su trato con los hombres. ¿Alguna lectora más se anima?
enero 23, 2006
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2 comentarios:
Yo nunca pagaría por un hombre de pago. Bueno, eso quiere creer mi ego femenino, vamos, seguro soy capaz de seguir atrayendo por méritos propios a algún macho a pesar de que no tengo ni la misma talla ni el mismo humor que cuando creía conocer todas las técnicas del ligue nocturno.
Pero, ya puestos, en una situación de apuro, pagar por sexo sexo también me parece un buen regalo para el ánimo. Sin ansiedades, sin dudas, sin ¿qué pensará?, ¿habré estado bien?¿me volverá a llamar?
Creo yo que el problema de Rosa es que paga por sexo cuando lo que realmente quiere es ser y sentirse amada. Y, como hacemos constantemente los humanos, se autoengaña hasta que un golpe del destino la devuelve bruscamente a la crueldad del "mucho te quiero perrito, pero pan poquito".
Me decía Neus que algunos lectores habían reído con UHDP. Cierto es que la novela tiene situaciones muy divertidas -para mí, las mejores son las cenas/reuniones del grupo de amigos de Bel- pero yo me llevo un regusto de lástima, de compasión, por haber reconocido en todos los personajes esas mentiras que constantemente nos insistimos en decirnos a nosotros mismos (¿esas que impulsan a Bel hacia París?).
Neus, querías iniciar una conversación sobre el deseo, te sugiero que hablemos también del autoengaño. También el del propio Iván, porqué no. Lo qué deseamos o no a veces no responde a un auténtico sentimiento sino a lo que creemos que necesitamos.
Leí la novela de tirón, con el suspense de cuándo se descubriría "el pastel". Me lo pasé bien. Lo mejor: los personajes super creíbles, auténticos, bien definidos a pesar del reto de la brevedad de la novela. Moldeados a través sus frases, de sus actos, sin recrearse en detalles superfluos. Lo que menos me ha gustado: el final... quizás por esperado tal y como se desarrollaba la historia. Posiblemente también aquí yo me autoengañaba pensando que podría existir otro final que el que la lógica de los personajes empujaba.
PD: ¡Ya me gustaría a mí tener toda esa colección de bolsos!
Un amujer que confiesas que pagaría. Interesante, por poco frecuente.
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