Al iniciar una relación, empezamos a conversar cone l otro/a. A base de preguntas y afirmaciones, la relación avanza.
O no. A veces, uno de los interlocutores formula una "propuesta crítica" que el otro, contra toda previsión, rechaza. En Un hombre de pago, eso es lo que le sucede a Bel cuando anuncia a Ricardo que está embarazada y éste le contesta: "Tú misma".
En esta línea de propuestas críticas podríamos incluir: "acostemonos", "vivamos juntos" o "casemonos". ¿Qué pasa cuando el esperado sí es un no? ¿A dónde va esa conversación cuando el otro/a nos dice que no quiere (no quiere tener un hijo/acostarse/vivir juntos/casarse)? ¿Existe un cielo para conversaciones muertas?
Las conversaciones que mueren conllevan, en todo caso, un punto y aparte- o final- en la relación que pudo haber sido. Y a veces dejan más preguntas de las que cierran.
enero 17, 2006
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3 comentarios:
¿Adonde van las conversaciones muertas, los besos no dados, la caricias imaginadas? Aquí un poema de Kavafis que adoro:
Vuelve otra vez y tomame,
amada sensación, retorna y tómame,
cuando del cuerpo la memoria se despierta,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.
Vuelve otra vez y tomame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...
Una conversación nunca puede morir. Las conversaciones se nutren de lenguaje y el lenguaje es un creador de realidad increible. Y la realidad está basada en momentos. Y los momentos son infinitos porque cada uno de ellos se componen de minimomentos reales e irreales. O sea de verdades que suceden y de verdades que no suceden. Y las verdades que suceden son explicadas con palabras. Y las palabras generan el lenguaje. Y el lenguaje ilumina la conversación. Por tanto el lenguaje cuida la verdad, y niños, niñas, jovenes, adultos y adultas tenemos que empezar a proteger la verdad. Hablemos, conversemos, expliquemos realidades y creceremos humanamente.
Toni, desde el mar.
Gracias a Melina y a Toni desde el mar, a la primera por la añoranza y al segundo por la esperanza. Ojalá tuviérais razón.
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