Leo la entrevista en "La Vanguardia" a Rachel Greenwald, casamentera contemporánea, y me da por pensar en las relaciones entre economía e invisibilidad.
Por un lado y como afirma la propia Greenwald, "la mayoría de las mujeres que me consultan son profesionales que llegan a los 40 sin casarse, porque no han colocado el encontrar pareja entre sus máximas prioridades y luego descubren demasiado tarde que lo era". Es decir, desde que nos hemos incorporado al mercado de trabajo (fenómeno reciente, por otro lado), las mujeres debemos anteponer la carrera a la vida privada. Algo en el tono de Greenwald susurra "y eso es un error" como si tuviéramos elección.
Entonces, una vez asentadas, debemos invertir parte de los ingresos que con suerte obtendremos de dicha carrera para "poner al día" -de forma directa o con ayuda externa- la vida privada que en su momento aparcamos.
En Un hombre de pago la "casamentera" de Rosa es su esteticista, Merche, aunque ésta en vez de proporcionarle marido le ayuda a encontrar un amante, un gigoló por el que Rosa paga.
Dos consideraciones finales:
a) Si Rosa pudiera no pagar, es decir, encontrar pareja de forma social no remunerada, lo haría. Pero no la encuentra.
b) Escrito por una lectora lúcida: "Da igual: al final, las mujeres, de una forma u otra, pagamos siempre".
septiembre 10, 2007
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4 comentarios:
Una verdad como un coche mediano!
tskno,
Greenwald dijo en la entrevista que el importe de sus servicios equivalía al precio de un coche mediano. Imagino que lo equiparas por ahí. Vamos, barato no es...
Vaya!!! Si los precios son esos barato no es. Pero también hay otras maneras en que las mujeres acaban también pagando y no me refiero precisamente a dinero...y como alguien me dijo una vez, las cosas que realmente valen no se pueden pagar con dinero.
Mastercard dixit, Xènia!
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