Y no tengo la sangre alterada, no: lo que tengo alterado en forma superlativa es la agenda.
Mi otro yo ha iniciado, como cada año y ya van casi ocho, la temporada alta. Secuencia: se cierra proyecto -antes incluso de celebrarlo se inicia un nuevo proyecto (o dos)- se avanza con los nuevos proyectos mientras llegan solicitudes de presupuestos para ¡otros proyectos!
No me quejo: tenemos clientes interesantes y propuestas innovadoras y ambos te permiten aprender y no aburrirte. El único lamento -pero éste es importante- es que el tiempo destinado a escribir, a postear y a leer se reduce. Entonces es cuando me doy cuenta de que, como le comentaba a un amigo, escribir es como rascarse: cuando te entra el prurito no lo puedes evitar, aunque la agenda te insista "¡no te rasques, no te rasques!".
Ya sólo nos queda entonces la opción de dormir menos.
abril 01, 2008
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