noviembre 10, 2006

Historia feliz en un mostrador

Ayer cené con un grupo de libreros en Barcelona. Estaba muy contenta porque muchos habían recibido ya los ejemplares de la nueva edición de la novela. Y más contenta me puse cuando las señoras de la librería Carbó de Granollers me contaron la historia que ahora te cuento.

Un hombre de pago les llegó ayer mismo a la tienda. Una de las libreras se lleva un ejemplar a la hora de comer, para echarle un vistazo antes de la presentación. Al volver a la tienda, deja su ejemplar en el mostrador.

Al rato entra una mujer en la librería. Al ir a pagar, ve la novela sobre el mostrador y la coge sin más. Le explican que ese ejemplar no está a la venta. De hecho, no han tenido tiempo todavía de dar de alta el libro en su base de datos. La mujer insiste: buscan otro ejemplar, se lo venden. Empiezan a charlar.Le explican que van a cenar conmigo. La mujer les dice que me conoce y que me den recuerdos.

Así es la vida: esa mujer que ayer compró el libro cuando aún no había salido de la caja es una de las lectoras que me acompañó a Kosmpolis. No sé si contará esta historia en su blog y desvelará su nombre, pero yo desde aquí se lo agradezco y me admiro de la convergencia entre presencialidad y red ¡Qué grande! (o, en palabras de mi madre, "[es por algo que] Dios hace las cosas").

2 comentarios:

JB dijo...

Neus, causalidad o casualidad?

Estas pequeñas cosas hacen la vida mucho más apasionate de lo que la vivimos habitualmente, n'est pas?

Unknown dijo...

Mati: Bon voyage!

JB: Mais oui!