noviembre 13, 2006

La Salamandre

A través de una amiga descubro la novela La Salamandre. Jean-Cristophe Rufin, su autor, tiene un perfil perculiar: es médico, especialista en cooperación (fue vicepresidente de Médicos sin Fronteras) y escritor galardonado con el Premio Goncourt.

La Salamandre (no traducida al castellano) narra la relación devastadora entre Catherine, una mujer "invisible" francesa que viaja a Brasil para reencontrarse con la vida y Gil, su mantenido, producto de la favela y artista de la violencia.

La relación, que empieza bajo una soleada palmera, avanza a un ritmo cada vez mayor hacia profundidades abyectas. La protagonista disfruta -para mí, de modo irracional- del descenso. El autor narra de forma magistral la caída en picado de Catherine:

"Los únicos momentos en los que tenía a Gil en exclusiva eran los dedicados al amor físico. Se puso a provocarlos sin cesar. Por este medio, buscaba una garantía de ternura y de seguridad. Sin embargo, al hacerlo, daba la impresión de lubricidad, de audacia carnal. Se instaló el malentendido. Cuanto más provocaba a su amante, más se le escapaba. En él percibía asco ante la visión de una mujer mayor que parecía haber perdido el juicio. Era entonces cuando, para que él cediera, ella le provocaba de forma aún más cruel." (pag 113 en la edición de Gallimard, 2005).

¿Recomendaría la lectura? Seguro que sí, aunque no comparto la óptica drámática de la novela: la inmolación nunca es una buena estrategia. Y si la mujer es quien paga, menos.

2 comentarios:

Xènia dijo...

¿La inmolación es fruto de la desesperación, de no encontrar una salida, de no poder vivir al sentirse sola? Rotundamente si…no es la mejor estrategia pero ¿Como encontrar otro camino? ¿Cómo poder saber satisfacer unas necesidades y carencias cuando se es invisible? Quizás intentando no tener miedo de ser una misma, buscando las cosas positivas de la invisibilidad (seria interesante confeccionar una lista) y sobretodo pisando fuerte como una mujer de “pies grandes” (Mineke Shipper).

Anónimo dijo...

hola xénia,
me alegro de verte de nuevo, con tu invisibilidad y tus "pies grandes" ;)
petos, paulo