octubre 24, 2007

Cosecha literaria

He establecido una relación inversa entre el tiempo y la compra de libros. Cuanto menos tiempo tengo para leer, más libros compro, como si con ellos adquiriera las horas extraordinarias que necesito para leerlos.

Ésta es la cosecha razonada que empezó el sábado en Paris.

La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. Porque me intriga el personaje de la portera culta que se hace pasar por necia a los ojos de los vecinos a quienes guarda.

María Antonieta, de Antonia Fraser. Porque escribir cuando estás casada con un premio Nobel de Literatura debe ser, como poco, una experiencia singular. Porque, si no recuerdo mal, los derechos audiovisuales de su novela se opcionaron hasta en cuatro ocasiones antes de que Sofia Coppola rodara la película: la historia tuvo final feliz.

Todo es misceláneo, de David Weinberg. Porque en un mundo digital ya resulta imposible ordenar la información (y en el mundo analógico lo es cada vez más).

El sindicato de policías yiddish, de Michael Chabon. Porque, gracias a mi nueva novela, todo lo relacionado con el judaísmo me interesa.

Miro los cuatro títulos y observo la poca relación que mantienen unos con otros, salvo el hecho de que los haya comprado todos en su idioma original. Quizás los libros que elegimos reflejan el momento en que nos encontramos. Si éste es el caso, a buen entendedor...

1 comentario:

Alfred Goula dijo...

Un escritor (del que no recuerdo el nombre) que tenía miles de volúmenes en su biblioteca, ante la observación de un iluso sobre si los había leído todos, afirmó que los libros más útlies de su biblioteca eran, precisamente, los que no había leído.
Elemental!