febrero 27, 2008

El beso inapelable

Sorprendida me quedé al llegar al sex-shop y ver el número de congregados para la sesión de cuentacuentos eróticos a la que nos convocó el Cuchitril literario, y más teniendo en cuenta que la entrada no era gratuita (igual toca replantearse las presentaciones de libros: son gratis y a menudo atraen a menos público).

Entre los asistentes, de todo un poco: mujeres y hombres más o menos al 50%, en una franja de edad que iría de los veinticinco a los cincuenta y tantos. Parejas y singles, mezclados por igual. Público heterogéneo, vamos.

De los cinco cuentos sólo pude, por razones logísticas, escuchar tres. La primera, la única mujer, nos entretuvo con el recuerdo de su beca ERASMUS en Roma. El segundo, cuentacuentos infantil profesional reconvertido por una noche, consiguió que el público hicera cosas tan "de niños" como tocar la oreja del asistente más cercano. Y en tercer lugar, el Cuchitril.

La verdad por delante: no soy imparcial. No puedo serlo porque sigo su blog, asisto a sus encuentros y mantengo interesantes conversaciones privadas con él. Además, su apoyo ha sido fundamental para mis peripecias literarias. O sea, que no pretendo la objetividad. Dicho lo cual: ¡este hombre es un portento!

Cuando empezó su relato, pensé que le iba a resultar difícil superar las cotas alcanzadas por sus dos predecesores en el estrado. Pero ¡vaya si las superó! El Cuchitril, montado sobre un caballo invisible, nos habló del principe que encuentra la princesa dormida en el claro del bosque, y de todas sus estratagemas principescas para despertarla. No desvelo el final, pero sí recomiendo que, la próxima vez que te cruces con el narrador, le preguntes qué es "un beso inapelable". Me acuerdo del colorín colorado y se me escapa la sonrisa.

PD: Frida también asistió. Será interesante conocer su opinión (¡y la sorpresa!).

2 comentarios:

Palimp dijo...

Además de imparcial, eres muy buena conmigo :)

Te perdiste al último narrador que era un verdadero crack.

José Ignacio García Martín dijo...

Fue una pena que no pudiera asistir, ¡¡pero vive Dios que el próximo no me lo pierdo!!