Mi amiga A. acaba de enviar un email en el que lamenta informarme que cancela su boda. Nos ibamos a Dublin la próxima semana para asistir en directo a y festejar su paso por la vicaría. No va a ser, aunque no descarto mantener el viaje para darle un abrazo.
El artífice del cambio es su novio, al que en adelante podremos denominar de distintas maneras: "ex-novio", "marido que no fue", "el inconsciente" o quizás, sin más, "tal persona".
Tal persona cancela la boda a doce días de la fecha porque "le da miedo comprometerse". Es importante señalar que tal persona y mi amiga llevan conviviendo cinco años y pagando a medias una hipoteca. De repente, tal persona debe haber intuido que la logística y el amor no tienen nada que ver.
¡Menudo pedazo de Peterpan! A la vista de cómo proliferan, creo que pagar por un amante sin ataduras emocionales debería ser una opción más socorrida. Lamento que la no boda ponga el argumento de Un hombre de pago tan de actualidad.
noviembre 15, 2005
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