febrero 28, 2007

Quince años después

Ayer estuve de cena. El Colegio de Publicitarios y Relaciones Públicas me invitó a hablar de Un hombre de pago en su tertulia -booksharing-mensual.

Entre croqueta y confit de pato, alzando un poco la voz para que los veinte participantes estuvieramos todos en la misma conversación, avanzó la velada. De las peripecias editoriales de la novela a la invisibilidad femenina, seguida de la infidelidad, y de vuelta a la invisibilidad. Esta vez, de mujeres y hombres. Ya estabamos en el café cuando me llevé la sorpresa de la noche.

A uno de los asistentes le había conocido en un viaje de trabajo hacía quince años. Los dos formabamos parte de una delegación oficial. Pues bien. Pedida la venia, el asistente decidió compartir con el resto de asistentes -alzando un poco la voz para que estuvieramos todos en la misma conversación- que en aquel viaje se enamoró profundamente de mí. Explicó -y es cierto- que al volver a Barcelona se puso en contacto conmigo y quedamos. Recordó cómo yo no le presté mucha atención y él se sintió invisible.

Desde la publicación de la novela me han sucedido muchas cosas. Seguramente escuchar ante veinte personas una declaración de amor, quince años después, sea una de las más singulares.

Todavía no sé como tomarmelo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

De todos los visibles y los invisibles.
Creo que con esta declaracion de amor "el asistente" en cuestión ha conseguido finalmente su objetivo: dejar de serte invisible.
Si tenemos en cuenta que le ha costado 15 años merecer esta visibilidad, y lo ha conseguido, será que la edad no siempre juega malas pasadas!

Marta dijo...

Tómatelo como una anécdota de tu pasado. Alguien se enamoró de ti y bueno, no le hiciste mucho caso. A mi me ocurrió lo mismo mirando a mi pasado, de muy jovencita, un ex novio pasados los años, me reconoció que al dejarnos lo había pasado muy mal, ya que realmente, yo tampoco le hice demasiado caso..... Aquello me hizo pensar en la complejidad de los sentimientos..... y lo difícil que es coincidir en la misma intensidad. Me supongo que Oscar, aquel ex mío, también se sintió invisible....como yo en otras relaciones me he sentido muy, muy invisible....jajaja

Un abrazo

Anónimo dijo...

yo lo que digo es...¿por qué no pusiste Neus la carne en el asador e intentaste experimentar en vivo y en directo lo que pudo ser? estaría bien que vivieses lo que escribes por una vez. Te recomiendo que pruebes primero a un gigoló. Después una orgía: la podeis empezar los dos primero. Por último: crea el día del orgullo gigoló...¿vale?

Anónimo dijo...

Y por qué no se esfuerzan en superar la invisibilidad? Quizá no hicieron lo suficiente para pasar a ser visibles, no?

Unknown dijo...

Anónimo,

lo que popones sería el equivante de pedirle a Hennig Mankell que asesinara a alguien, con el fin de "vivir las experiencias" de su comisario Wallander.

Escribimos para describir vidas que no hemos vivido. Y está bien que sea así.