En Un hombre de pago Pablito el Piesplanos es el mejor amigo de Iván. Los dos se criaron en el barrio de Habana Vieja y ahora se reencuentran en Barcelona.
De profesión, el Piesplanos es camarero -simpático y más listo que el hambre. Con una mirada radiografía a todo el que se apoya en su barra. Para todos tiene la palabra justa. Para las mujeres, todavía más.
El ídolo de nuestro camarero confidente es José Raúl Capablanca, gran maestro de ajedrez y latin lover cubano. Capablanca existió en la realidad y su fama continua. Del tablero y su maestro el Piesplanos extrae lecciones de vida. Como ésta:
"Se aprende más en los juegos que se pierden que en las partidas que se ganan."
febrero 16, 2007
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3 comentarios:
He leido ese primer capitulo y tambien soy muy aficionado al ajedrez; pero yo me pregunto porqué cuando un hombre hace lo mismo, esto es, estar con una puta, es considerado sucio, vil y despreciable?
Y yo tampoco -como ella- puedo llegar y tirarme a nadie así, de buenas a primeras; es más, nunca, de las pocas veces que lo intenté, me fué bien con profesionales.
Desprués de perder nos sentimos mal y un poco abatidos, pero es cierto se aprende más de los errores que de los aciertos. Esta es la razón que hace superarnos.
Leonardo, creo que la idea del libro no es cuestion de como es considerado un hombre por utilizar este tipo de "servicios". Creo más bien que la cuestión es el hecho de que siempre han existido y han sido utilizados con cierta normalidad, desde tiempos inmemoriables, por y para los hombres. No creo que haya sido así para la mujeres.
Un saludo
Leonardo, me sumo a lo dicho por Xènia. Si Rosa, la protagonista de Un hombre de pago, pudiera tener relaciones sin tener que pagar ¡por supuesto que no pagaría! La pregunta que me hice al escribir la novela fue, precisamente, por qué sentía Rosa que estar acompañada -aunque fuera pagando- fuese tan importante.
No alabo su comportamiento ni lo promuevo. Pero sí constato que se da.
Gracias por leerme. Espero verte por estas páginas.
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