Se cumplen ahora cuatro años desde que empecé a escribir este blog.
En octubre de 2005 había terminado Un hombre de pago y, sencillamente, no sabía qué hacer con la novela. Empecé entonces un camino cuyas peripecias me propuse documentar en público aquí.
El esfuerzo ha valido la pena. La novela pasó de la autoedición a ser publicada por Umbriel. Conseguimos siete entrevistas en televisión y una docena en radio, además de más de un centenar de referencias en Internet y apariciones en los medios impresos, con La contra de La Vanguardia en cabeza. En el plano internacional, hoy Un hombre de pago puede leerse en ruso y en portugués.
Hablo en plural -conseguimos- porque estos logros son mérito de muchos. De los lectores que han leído la novela y comentado estos posts, de los que participaron y continuan asistiendo a los eventos y, en especial, de los 10 intrépidos voluntarios que en febrero de 2006 dieron un paso al frente y se apuntaron al Experimento: aceptaron leer la novela de una desconocida y reseñarla. Su apoyo fue fundamental. En algunos casos, aquella conversación continua y se ha transformado en amistad. Estoy hablando -aunque cueste de creer- de un tiempo en que NO existían las redes sociales y, como quien dice, los blogs estaban empezando a prender.
Ahora paso poco tiempo en esta casa digital: hace un año me mudé a un piso más amplio, en el que continuo obsesionándome en público por la invisibilidad de las mujeres, por el futuro de los libros y por la vida en general.
Pero este blog continua activo, como testimonio de estos cuatro años de amor y como caso de estudio. La experiencia ha quedado recogida en Marketing para escritores, donde detallo las distintas iniciativas desarrolladas. Me alegra además saber que el experimento se está analizando en entornos académicos (agradezco a Pablo Odell que me haya enviado la fotografía del seminario impartido con Martín Gómez en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá).
Nunca hubiera pensado, hace cuatro años, que llegaríamos hasta aquí y que el camino sería tan apasionante. Termino entonces con el primer post -así empezó todo- y con mi agradecimiento a quienes han andado junto a mí, colgados del brazo de Un hombre de pago.